martes, 31 de mayo de 2016

A veces

A veces, llorar de emoción también está bueno. Y no es todo  culpa de mi Luna en Piscis…
 
A veces, ver lo que tenemos, ver lo que logramos, ver cómo progresamos, nos genera emociones que se confunden, se agolpan, y sólo terminan dando paso a un llanto qué es mejor dejar salir.
Todos venimos de algún lado. Nuestro árbol marca las raíces de lo que tenemos disponible para manejar, y mejorar, pero cuando uno sobrepasa, cuando uno decide ir más allá de la zona de confort, no hay límites.
A veces, mirar al que tenemos enfrente y ver cuan agradecido o feliz está con nuestra sola presencia, con nuestra ayuda, con nuestras palabras, con nuestro amor o amistad, hace ver lo verdadero.
Por eso, a veces, vuelvo a escribir.

Los humanos experimentamos emociones diversas, día a día, hora a hora. Yo, con alma bien geminiana, las experimento a una velocidad a veces inentendible para algunos. Pero así soy.
Así aprendí a amarme, a quererme y respetarme.

Hace poco descubrí que soy un ser que vino a este mundo a experimentar la libertad. Por supuesto, todos lo hicimos. ¿Qué nos lo impide? ¿Por qué vivimos pendientes de teléfonos, clientes, números, cuando podemos mirarnos más a la cara, o mirarnos más hacia adentro?
Hoy decido mirarme a mí. Mirar a mí alrededor. Y todo lo que veo me gusta. Me doy cuenta que eso lo creé yo. Los amigos que tengo, la relación con mi familia, el amor, e incluso la mascota que día a día me da cátedra de vivir el momento. Cuidar de eso es lo que todos tenemos que hacer.
Porque la agresión y la envidia siempre van a existir, pero cuando uno se hace fuerte y no deja de soñar, nos crecen ALAS. 

sábado, 16 de enero de 2016

Todos podemos ser artistas.

En la última entrada que escribí, hace poco más de cuatro meses, hablaba del comienzo de un recorrido en un hermoso libro: "El camino del artista".
La primer semana que me senté a realizar las tareas que el libro propone, todas las cosas que estaban agolpadas en el fondo de mis recuerdos salieron a la luz. Lloré, dibujé, y con mucho amor y lágrimas volví a retomar este abandonado blog. Seguí con el camino, pero mi escritura paró, y así también pararon las semanas en las que "hice la tarea". 

Hoy, volví.

Sí, después de cuatro meses me decidí a hacer las cosas con más disciplina. Y si este libro llegó a mi vida y hace tanto quería leerlo, es porque algo enorme tengo que aprender de esto. 


Cuando me siento a escribir mis hojas diarias, además de darme cuenta que mi alma geminiana inquieta quiere escribir, colorear, subrayar, todo en una excesiva prolijidad, me doy cuenta que mis bloqueos de "artista" vienen justamente por el lado de la escritura. Porque, al final de cuentas, esa es mi gran pasión en la vida. 

Me decido a publicar las cosas que siento justamente para sentirme acompañada, porque a pesar de ser este un camino individual, probablemente a alguien le sirva o le agrade leerlo. Y así animarse. 

Todos somos artistas, pero en nuestra cultura de alguna forma eso se "devalúa" o quiere llegar a cánones impensados...
Esta semana descubrí que hay artistas en todos lados, y tengo muchos muy cerca, también soy una. 


Artista es quien sabe escuchar a un amigo, decirle la palabra justa, o simplemente mirarlo en silencio y abrazarlo cuando hace falta.
Artista es aquel que tiene la sensibilidad de abrirse ante otra persona, de poder compartir. 

Artista es quien hace de su tipo de arte algo mejor para el mundo: ya sea hacer crecer una planta, escribir una canción, decirle algo lindo a un niño. 

Hoy almorcé con dos amigas y ambas me sorprendieron por gestos muy artísticos. Las admiro pero no lo saben... Una de ellas me regaló un libro que tocó mi corazón y llega a mi en un momento en el que lo necesito, y la otra, cuando terminamos de almorzar decidió con lo que habia quedado pedir que hagan un paquete y se lo dió a una familia de la calle que lo necesitaba. Tal vez no sea mucho para alguien que me lea, pero es algo que a mí nunca se me había ocurrido hacer. No porque no quiera ayudar a las personas, porque lo hago de otras maneras, sino porque jamás se me ocurrió tan simplemente que lo que uno tiene de más es muy probable que sea lo que otro necesite. 

Artistas somos todos y cada uno, sólo hay que reencontrarse y descubrir cual es nuestro arte. ¿Vamos? ¿Alguien se anima a contarme en qué se siente un artista? 

Geu. 

domingo, 13 de septiembre de 2015

Primeros pasos de un gran camino.

Hace tiempo quería leer el libro "El camino del Artista". Por una cosa u otra, estaba en mi lista enorme de pendientes, hasta que la vida me cruzó con Pau. Ella realiza un curso para hacer un seguimiento de las 12 semanas que propone el libro. Me pareció interesante y avancé.

Hace algo más de un año mi vida está cambiando, en búsquedas, en renovación de la fe. En conocer cosas que nunca pensé. En saberme útil para ayudar a los demás. En encontrarme sanando a otra persona con una sesión de reiki, con una palabra, con un pequeño consejo. Creyendo y entendiendo la energía de los cristales y de las flores de Bach. Habiendo probando la homeopatía y entendiendo que todos somos uno con la energía universal, y que, sobre todo, uno ES lo que piensa.
El camino de mi vida fue tomando estos rumbos y lo dejo. Me dejo fluir pero siempre algo me traba. Siempre el no creer el merecimiento, el cruzarse con la gente equivocada, o el que en esta sociedad no estemos acostumbrados a los "halagos".

Hoy me tomé unas horas para realizar los ejercicios de la primer semana del libro. Me encontré dibujando a los enemigos de mi autoestima creativa de pequeña. Fue duro. Porque a pesar de años de terapia que entiendo no necesitar en este momento, todo eso seguía ahí. Y fueron saliendo, como víboras oscuras, negras, gritándole a esa niña que sólo quería crear. Diciéndole que nunca era suficiente, que no podía bailar, que no podía escribir, que eso era perder el tiempo, que eso era para "los otros". Y así, en una crisis de llanto con mi fiel compañera gatuna mirándome fijo y ronroneandome cerca, se fueron. Porque el ejercicio siguiente del libro era dibujar a los defensores de nuestro autoestima creativa. A esos, quienes siempre tuvieron una palabra de aliento. Quienes creyeron en mí. Me encontré con un abuelo siempre dando un abrazo, siempre dando la mano, diciéndome que iba a ser la mejor escritora del mundo. Me encontré con una tía que me hablaba de mi belleza y de mi sonrisa, y de que tenía que venirme a Buenos Aires a conquistar el mundo. Y los llené de color. Los pinté. Los decoré. Y sí. ese es MI arte. Porque ya no voy a decir que yo no sé dibujar. Yo dibujo a mi manera, yo me expreso a mi manera. Y como bien me dijo la persona que tengo al lado hace más de 5 años, yo sé bien donde poner las comas.

Hoy releí un fragmento del libro que dice algo así como que los artistas frustrados nos enamoramos de artistas consagrados y decidimos darles todo a ellos, remarcarles una y otra vez lo exitosos que son, lo bien que hacen las cosas, y tal vez preferimos quedarnos en la sombra. En esa oscuridad de "yo sólo acompaño, él que sabe es él". Reconocí que eso me pasa. Pero también reconozco que no seriamos lo que somos sin la capacidad y el arte de los dos.

Hoy, más que nunca, voy a volar. Porque si saltás, la red aparece.

Gracias mundo por haberme dado tan buenos maestros. Tan odiosos enemigos. Porque gracias a ellos hoy puedo valorar aun más lo que soy y donde llegué.
Esto recién empieza. 


martes, 11 de noviembre de 2014

.La pérgola.

En mi primer año en la facultad (y en Buenos Aires, claro está), para el trabajo final de Proyectual 1 (materia que aborrecía), me tocó hacer una maqueta de "la pérgola". Una plaza en Alvarez Thomas al 1000, que me pareció el otro extremo de la ciudad, a la cual tuve que, no sólo dibujar con mis nulas habilidades, sino también construir con madera balsa...

Fueron horas de llanto, y mucha crisis en la Residencia que vivía. Suerte que tenía amigas y compañeras de vivienda incondicionales que me ayudaron hasta el final. Para no hacer tan largo el tema, voy a concluir contando que aprobé la materia, por supuesto arañando el cuatro, y la maqueta terminó aplastada bajo mis pies y los de Loli que fue la que me ayudó a pegar banquito por banquito con pegamento universal.

La plaza de Alvarez Thomas siempre siguió ahí. Referencia de "mitad de camino" cada vez que voy de visita a los de mis sobrinas. Fue el "chiste fácil" un par de años, y después quedó ahí...


Esta mañana, volví a pasar. Esta vez caminando. Volvía de una reunión de trabajo súper linda, con el corazón contento, de la mano de la persona que amo y comparte mi sueño conmigo, y la ví.
Vi la pérgola. De cerca. Le saqué una foto. Y me detuve a pensar.

¿Pude en aquel momento ver la hermosura de esta arquitectura de Buenos Aires? No.
Tuvieron que pasar diez años. Pero la pérgola siguió ahí. Esperandome, para que yo pudiera pasar a apreciar su belleza. Y sonreír. Al lado tenía un jacarandá.

Qué maneras tiene la vida de demostrarnos que estamos haciendo las cosas bien, y que tarda en llegar, pero al final... hay recompensa.

lunes, 10 de noviembre de 2014

¿Una flor y otra flor celeste?




Desde muy chica tengo una fascinación por el jacarandá. Supongo que la misma que tenía por María Elena y sus canciones. Ahora que camino todas las mañanas por una plaza que está llena de ellos, no dejo de mirarlos, de pensar... en silencio, paso a paso. Supongo que en mi Pampa natal no había tantos... o no estaban tan a la vista como acá... Pero, si hay algo que me llama la atención del jacarandá, es precisamente, que no es celeste.
Es lila, violeta en su defecto... El jacarandá siempre fue así... aunque nos hayan hecho creer que era celeste. Tal vez sea algo de los árboles, como decir que en La Pampa está el ombú... gran mito, como otros tantos, ¿no?
Hoy, ya de grande me pregunto... ¿para qué nos sirven? ¿qué cosas sostienen? 

Tal vez en mi vida vi muchos de estos hermosos árboles, pero no los supe apreciar porque esperaba el color celeste de la canción... ¿Con cuántas cosas más nos pasa eso? ¿Cuántas cosas queremos creer que son o no son, por algo impuesto?

Hace un tiempo me encuentro en un momento de muchas preguntas. Supongo que es parte de crecer, de volar, o tal vez es que se acerca el Saturnaso en mis primeros 28 años de edad... Sea por lo que sea, después de unas semanas de crisis, vivo feliz sin mitos. Viendo y descubriendo todas las cosas por primera vez. De nuevo. De a una. Con la misma ingenuidad de un chico. Porque este tiempo me demostró que no hay verdades, que no hay mentiras, que solo hay tiempo. Y pasa. Hay amor, y desamor, y hay que demostrarlos. 

Hace ese mismo tiempo que me permito volver a diseñar de noche, volver a creer en mí. Apostar. 
Ser. Y con ese ser, siempre vuelve mi Pampa natal, con su Caldén, no el ombú que todos quieren que haya... El caldén, el árbol más hermoso que ví jamás... El árbol que marca la raíz que mucho tiempo intenté borrar, pero hoy amo más que nunca...

Porque siento que volví a ser yo. Que las tempestades, las pruebas, me hicieron reencontrarme con lo que soy, con lo que siempre fui. Con mi genialidad geminiana, con mi dualidad inteligente, con mi humor ácido y rápido, con la sensibilidad que me hace volver a escribir. Con el poder de mutar de escuchar cuartetos a Silvio Rodriguez en quince minutos.

Y saber que TODO ESO soy yo. 

Amigarme, aceptarme, amarme.

Ya pasó la bifurcada, el camino es uno. Y estoy más que segura de recorrerlo. 



miércoles, 3 de septiembre de 2014

.Sin esperar.

Es muy difícil para alguien con mi personalidad, dejar de ser complaciente...
Crecí siendo (o creyendo ser) lo que pensaba (erroneamente muchas veces) que el resto esperaba o necesitaba de mí. La chica diez, la hija ejemplar, la que siempre sobresalía... La que nunca tenía una falla.

Y esa necesidad de perfección me hizo vivir llena de frustración. Porque nunca podía ser lo que yo realmente quería ser. Ni siquiera tenía tiempo de preguntármelo.
Hoy, como hace ya unos años... decido no esperar nada de nadie. Decido vivir mi vida cada instante, decido respirar... pero respirar de verdad, teniendo conciencia de cada segundo de vida....
Porque la vida, se trata de eso. De vivirla.

Es curioso porque empecé estos blogs hace muchos años... uno, como mi válvula de escape, y el otro como un juego en tercera persona que también siempre fue lo que más me divirtió e hizo bien... Así como los empecé... los dejé, una y otra vez. Porque en un punto seguía haciendo las cosas por los demás, y no por mí. Hoy decido volver a este hermoso mundo... para quedarme.
No sé con cuanta frecuencia. No voy a dar explicaciones cómo cada vez que fui y vine.

Sólo sé que acá soy yo. Y el que me quiera leer y disfrute esto como yo lo hago...
Pero yo, Euge, la de siempre. No la diseñadora, ni la emprendedora, ni la asesora...
Euge. La tía Euge...
La que nunca se tendría que haber ido...



martes, 7 de enero de 2014

El número.

Preguntarme una y otra vez por qué perdí ese número telefónico, es como seguir preguntándome quién tiene el control de mi vida. El número no está. Se fue.

¿Se puede conseguir? Por supuesto. Es muy fácil.
¿Quiero conseguirlo? Seguramente no.
Tener ese número para llamar en caso de emergencia, para volver a bucear una y otra vez dentro mío. Para que alguien me ayude a entender muchas cosas que hago…
¿Es urgente? No lo es. ¿Es desesperante? Para nada.
He necesitado ese número con urgencia, he esperado la sesión semanal con urgencia. Ya no.

Tal vez porque nuestra relación terminó de manera impensada. Tal vez porque yo no estaba preparada para decir adiós. Tal vez porque estar cerca de la psicología me hace sentir cerca de quien ya no está, quien fue la mejor oreja que tuve y tendré en mi vida…
Pero lo que tal vez más fuerte fue, fue que ella me dijera que ya estaba preparada para volar.

Ya hace más de un año de esto. Cuando se terminaba aquella etapa.

Hoy, que emprendo una nueva, que me da miedo, terror, lo pienso.
Lo bueno de no tener el número es que puedo tomar la rienda. Puedo pensar qué puedo hacer yo para conocerme, para bucearme, para calmarme y tomar decisiones adultas. Puedo volver a pensar sabiamente en hacer teatro, en dedicarme a mí, en volver a tomar té o en dedicarme a mis hobbies.

Estar en silencio y pensar. Es difícil de entender para el que me rodea, para el que está cerca, en una personalidad como la mía. Pero eso, es lo que necesito en este momento.

Pensar, estar en paz. Dar el paso. Saber qué quiero.

Se viene algo hermoso. Depende de mí.
Y me da mucho pero mucho cagaso.


Hola 2014.