Vino a tomar mate, y se quedó. Las dos sabíamos que lo necesitábamos… sabíamos que teníamos que confesarnos demasiadas cosas. Sabíamos que nos estaba pasando lo mismo, que la otra iba a entender.
“¿Escuchaste alguna vez esa canción de Jarabe de Palo?” Pregunté.
“No, ¿qué dice?”. Y al escuchar sus acordes automáticamente fue a buscar la letra, y lloró. No lloró para mí, lloró para ella, por dentro.
Yo me hacía la ocupada haciendo la cena, tal vez entre ollas, cucharas y salsas, mis sentimientos también se escondían… Y yo también lloré por dentro.
“Te entiendo más de lo que vos pensas” me dijo. Lo sentí sincero, y entendí todo.
Y fuimos una, dos geminianas sin más nada que decir. Y sí, las geminianas también nos quedamos sin nada que decir, sobre todo en la noche, entre secretos.
Ella con su café, demasiado caliente y azucarado. Yo con mi té, casi helado y amargo, (la dulzura a mis teces nocturnos se los da otra cosa). Tan parecidas, pero tan distintas. Comiendo chocolates regalados de la semana de la dulzura.
“¿Te querés quedar a dormir Natt?” Más que una invitación fue casi una suplica.
“Si, dale, me quedo acá.” Respondió sin dudar.
“Entonces no digamos más nada. Vamos a dormir.”
http://diarioenfalso.blogspot.com/2010/07/domingo-04-de-julio-de-2010.html
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