Es el momento de decidir parar.
Llego a casa después de tomar la sabia decisión de
comprar mandarinas. Ese gusto de mi infancia. La única fruta de invierno que
comía… La que crecía de los árboles de mi abuelo. Nada es casual.
Prendo una hornalla para que la sopita se haga despacito.
Calorcito de hogar.
Esperamos a que llegue Javi, y para no extrañarlo tanto,
me pongo su camperita. Me abriga. Me abriga el alma. Y bien digo esperamos,
porque cuando abro la puerta esos maullidos me recuerdan que Cleopatra es una
nueva integrante de la familia.
Me pregunto. ¿Cómo pasó todo esto? ¿Cómo de la eterna discusión gato-conejo terminamos con esta minina hermosa en casa? Tal vez, porque lo emprendí. Y he allí el sentido de mi post del día…
Me pregunto. ¿Cómo pasó todo esto? ¿Cómo de la eterna discusión gato-conejo terminamos con esta minina hermosa en casa? Tal vez, porque lo emprendí. Y he allí el sentido de mi post del día…
Estaba hojeando virtualmente estas páginas, y noto que hace siete meses que no escribo…
Tal vez, como tantos otros alejamientos que suelo tener,
esos meses estaba organizando mi mente. Fue un verano difícil, que me hizo
estar cerca de mi familia y DECIDIR en qué usar mi tiempo de descanso.
Tal vez fueron las tardes con mi papá imposibilitado de movilizarse como quisiera, esos mates pampeanos. Ese “lejos de todo, pero cerca de la raíz”. Ese final de los finales, para generar un nuevo comienzo.
Tal vez fueron las tardes con mi papá imposibilitado de movilizarse como quisiera, esos mates pampeanos. Ese “lejos de todo, pero cerca de la raíz”. Ese final de los finales, para generar un nuevo comienzo.
La última vez que escribí me estaba recibiendo. Estaba
culminando el proceso que me trajo a vivir a esta ciudad. Estaba llena de todo,
pero a la vez me sentía muy sola. La soledad de ese extraño sentimiento que es
dejar la facultad, esa sensación rara de “abandono”.
Hoy, acá estoy. Recibida. Diseñando para una marca
importante. Pero por sobre todo eso. Feliz. Emprendiendo. Capacitandome. Enamorada
(de mi novio y de mi gata).
Tía. Muy.
Felizmente complementada con mi amiga de la vida. La que
me vio en todos esos momentos que me marcaron mi personalidad y carácter. La
gran Coca que todos conocen. Tal vez nunca tuve la oportunidad de decirle, pero
como sé que me va a leer, aprovecho por acá. La coca es, para nosotros, una más
del hogar. Es como la tía que viene de visita. Una más.
La coca llega ordena
todo y lava los platos (y también va a comprar facturas aunque le digamos que
no). Pero se merecería uno y mil posts apartes. Aprovecho a decir que volví a
SER desde que ella vive tan cerca. Porque, quizás también el sentido de este
post, en vez de hablar de emprender, es hablar de la raíz.
Porque si empecé a escribir, es por la mandarina.
Y, como siempre entonces, empecé a escribir por el gran
Generoso Gonzalo.
Ayer fue su cumpleaños. Ayer el cielo estuvo de un
celeste increíble.
Y, todo lo que pasó, pasa… con quienes se siguen empeñando
en manchar su memoria, me tiene sin cuidado.
Yo soy feliz, con mi recuerdo.
Con el amor de mi vida, con mi Cleo. Con la coca.
Con mis sobrinos.
Con la vida agotadora pero maravillosa que me toca vivir.
Con la vida agotadora pero maravillosa que me toca vivir.
Y con muchas ganas de volver prontito a mi Pampa natal de
visita.
Sos tan tan tan hermosa, princesa..
ResponderEliminarJavi me robaste el comentario!! Pero no me lo guardo, sos tan lindaaaaa :) <3
ResponderEliminary en esta Pampa natal te estaremos esperando los que te queremos mucho mucho...y estamos muy contentos de que vuelvas a escribir y a expresar todos tus estados de animo.
ResponderEliminarte quiero mucho