Siempre fui de escribirte.
La última vez que lo hice, me costaron mucho las
palabras. Me liberé con una frase que me aterró escribir pero que era lo que sentía
sin ningún tipo de filtro: “Tengo mucho miedo de perderte”. Y así fue. Te
fuiste.
Pero, hoy, a más de un año de aquella, me doy cuenta que
no te perdí, sino que estás en mí de otra manera.
Anoche fui con Javi a ver a Sabina. No pude parar de
temblar las casi cuatro horas que duró el espectáculo. Porque me acordé de vos.
Como en todo lo que hago. Como olvidarme cuando me diste todos sus discos para
que los grabe. Como olvidar las charlas interminables que teníamos las tres con
Ana, en esas tardes de mates, en esas noches de empanadas. Cuando también
sonaba Silvio Rodriguez. Lo fui a ver en Noviembre. Y lloré de principio a fin
recordando en cada acorde las tardes de sol en el quincho…
Ver a Sabina era una deuda pendiente. Si algo me impulsó
a comprar la entrada fue haberte prometido que un día lo íbamos a ver juntas,
que te iba a traer a Buenos Aires…
Estás en mí. En todo.
Me gustaría mucho que pudieras ver como está todo por
acá. Hoy soy feliz. Como nunca antes lo había sido. En enero nos vinimos a
vivir juntos con Javi, y la casa está llena de cosas tuyas. Sobre la heladera
tenemos una planta que nació de un gajito de tu enorme planta que tenías al
lado de la ventana. Con esa luz, con ese sol.
Estoy muy enamorada, y soy correspondida. Lo que siempre
tanto te preocupó. Mis males de amor. Sabés bien que fuiste la primera en saber
de Javi, y que tu visto bueno me hizo seguir sin dudar y sin importarme lo que
dijeran los demás. Gracias.
Los nenes están hermosos. Creciendo. Esta Navidad nos
enteramos que Juli es celiaca, nos golpeó a todos, pero ella lo lleva bien,
siempre con su sonrisa y su hermoso pelo rubio. Agostina está enorme, ya camina
y se largó con sus primeras palabras. A Feli lo extraño mucho pero dos por tres
hablamos por teléfono. Está enorme y parlanchín, va a ser un gran deportista
como sus papás. Ahora estamos esperando que lleguen las pascuas para viajar a
Santa Rosa a compartir con él y con tus nietos, que están enormes y adorables.
Esta es una carta de una tía a otra. Gracias. Por
enseñarme a serlo. Cada vez que veo a los nenes y me corre todo eso por el
cuerpo, entiendo lo que te debe haber pasado con nosotros.
Desde que me mudé que tengo una extraña manía en hacer
tus recetas. Mamá dijo que tenían el mismo gusto a tus tartas. Y cada vez que
las hago pienso en vos. Algo en mí desea que a los niños les gusten y “las
tartas de la tía Mabel”, se transformen en “las tartas de la tía Euge”.
Mañana empiezo mi último año de la facultad. Estoy asustada. Ansiosa, emocionada. Hace muy poco pude decidir que voy a dejar de trabajar para terminar bien, y enfocarme cien por ciento a lo que amo. Haber podido hacer estos cambios sin terapia, aunque con un poco de sufrimiento, me hace sentir orgullosa.
Extraño mucho tus llamadas. Esas que me calmaban. Estos meses
fueron de muchos cambios y una palabra tuya que era siempre la indicada,
hubiera hecho mucho bien…
Pero es la vida, y no se puede hacer nada contra eso.
Te extraño mucho tía. De más está decir que estoy
llorando a moco tendido. Pero necesitaba escribirte, necesitaba esta descarga…
Es la única manera que encuentro de hablarte, y me gustaría tanto que estés acá
viéndonos sonreír…
Tus semillas están en todos lados. Fuiste y sos la más
grande de todas.
Te amo.
Tu sobrina preVilecta.
"Tus semillas están en todos lados": Hermosa manera de resumir el amor que te tuvo y todo lo que significó tu tía para vos.
ResponderEliminarMuy lindo lo que decís de tu tía, Euge. Me encantó.
Ay prima! siempre me causás tantas sensaciones cuando escibís... Me siento tan identificada con tus palabras... Mamá también está en todo lo que hago, hablo con ella todo el tiempo y no para de dar vueltas por acá. Igual que hija del mundo, me quedo con esa hermosa frase "dejaste semillas en toos lados" así fue, y lo sigo percibiendo en la gente que la quería y la sigue queriendo.
ResponderEliminarTe quiero mucho prima, gracias por ayudarme a soltar algunas lágrimas, que vaya a saber por qué nunca largo... Te adoro prima del alma, te mando millones de besos. Anita