lunes, 13 de febrero de 2012

.amor torpe.


28-01-12.

Lo veo desembalar el lavarropas. Miro a mi alrededor mientras limpio y sigo ordenando bolsas, cambiando de tarea cada medio minuto porque todo me distrae.
Todo nuevo. Todo por hacer.
Hoy hace un año y  medio de nuestro primer beso.
Más de tres en que el destino, Trimarchi, un jefe de cátedra y estas odiadas y amadas nuevas tecnologías nos hicieran conocernos. Hablar.

Ahora me mira, pero no hace preguntas, sólo sonríe.
No le extraña que haya dejado de cebar mate, de ordenar y haya ido corriendo a la habitación a buscar la compu para escribir.
Se acerca, le doy un mate. Me canta un poquito de Onda vaga que suena de fondo, y se va. A seguir con su tarea de hombre de la casa.

Amo a este hombre. Lo amo hoy, ayer y mañana.
Amo los despertares. Los anocheceres.
Los que compartimos desde hace un año y medio, y los que compartimos hace una semana en esta nueva casa. NUESTRA casa.

Con la que tanto soñé. Tantas veces me visualicé escribiendo en esta mesa, en este lugar.
Todo es como en mi mente, y no es casual.
Sí, creo en las energías. Creo en que algún “más allá” y sus seres nos guian, esos que se nos fueron. Creo en él, creo en mí. Pero por sobre todo, creo en Nosotros.

Dejo de escribir abruptamente porque se corta. Sangre y lío. Ahora tiene que estar sentado y mira de reojo la pantalla “sabía que estabas escribiendo, vas a poner también que me corté?” “¿Qué sabés que estoy escribiendo? ¿Porqué tiene que ser de vos?” Risas.

Él lo sabe. Yo lo sé.
Y si hubo que pasar todo esto para estar juntos ; si hubo que dejar gente atrás que no entendió, envidió o no supo compartir nuestro amor, bienvenido sea.
Somos uno. Indestructible e inseparable.

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