.el sillón blanco.

Hoy me volví a sentar en el sillón de mi psicóloga luego de un mes.

Otro sillón. Distinto. Blanco.

Mi primer frase, recordada por ella hacia el fin de la sesión fue “fue un mes lleno de cambios, muchos cambios.”

Cambio de trabajo, de horarios, de lugares. Cambio de responsabilidades, un giro en la profesión, otro paso adelante.

Cuantas vueltas, no? En una sesión para hablar de ESO. De eso tan temido…

De eso que da vueltas en la cabeza, en los días, pero sobre todo en las noches.

De eso a lo que todos le tenemos terror… La muerte.

Porque.. ¿qué sentido tiene organizarse, pensar en el trabajo, en la facultad, en todo, si una de las personas que más amás está luchando por su vida?  

Pensando en frío me digo que tiene todo el sentido, sobre todo para ESA persona tan importante. Porque la vida sigue. Es una ley.

Porque como bien digo y repito, como sé que todos en la familia lo sabemos, que ahora esté siendo tan difícil, no puede hacernos olvidar y dejar de agradecer que estos cinco años han sido bastante livianos dada la circunstancia.

Me enredo entre letras, y sé que probablemente esto no tenga un hilo conductor como mis otros escritos, tan pensados, palabra a palabra.

Un profesor de letras podrá decir muchas cosas. Pero mi corazón dice estas.

Esto. Ahora.

Le tengo miedo a la muerte. Odio el cáncer. Con todo la fuerza del universo lo odio.

Pero, ¿qué gano? ¿Qué ganamos con odiarlo?. Hay que seguir.

Luchar.

Qué egoísta me siento al quejarme, al llorar. Cuando no soy yo la que tiene que cargar con esto, no soy yo la que tiene que soportar todas las drogas e inyecciones.

Tal vez con esto pueda hacer que unos cuantos de mi familia larguen una lágrima.

Tal vez diga lo que nadie quiere decir. Y eso ayuda.

Descargar.

Para poder seguir.

Fuerzas tía “predilecta” como te decía de niña.