un viejo escrito que quedó sin publicar...

10/12/2010.

Es claro que todo tiene un por qué. Sólo que uno suele preguntarse ¿por qué a mí?
Todos los dolores hacen más fuerte. Todas las enfermedades, por horribles y dolorosas que sean, son parte de la vida.
No está nada bueno ver sufrir a quien amás. No está bueno extrañar al que se fue.

Pero es así. La vida.
Hace unos posteos la comparé con un colectivo. Pero creo y afirmo que es más bien como un largo tren.
El tren de mi vida tiene varios vagones. El primero es éste, el lugar que me vió nacer. Y, en esta época del año, llegando las navidades, todos los de la familia más los nuevos integrantes, nos acercamos desde nuestros respectivos vagones.
Es lindo, disfrutable, pero raro. Tal vez tanto amor junto, o las mismas diferencias del vagón del que venimos nos hacen resbalar, pero es todo parte de lo mismo.
Trato de ser conciente que mi paso por este vagón va a ser justamente otra vez, pasajero. Corto. La cómodidad me lo olvida, y algún recuerdo me lo trae de vuelta.
Disfrutar.
Vacaciones de familia en el primer vagón de todos. Una hermosa y ya no tan calma Pampa natal.
En la locomotora va él. El grandisimo de mi abuelo, junto con mi otro abuelito al que no tuve oportunidad de conocer.
Pero no tiene un conductor tangible, porque no permitiría que NADIE maneje mi tren. Sólo está guiado por el sentimiento más hermoso del mundo: EL AMOR.